Traducción médica del Atlas Diagnóstico del Dolor
Al igual que el cantante Jim Croce exhorta repetidas veces a sus oyentes a evitar una serie de crímenes contra la naturaleza, incluyendo «recortar la capa de Superman, la actual generación de especialistas del dolor ha sido advertida en repetidas ocasiones acerca de que «el dolor es una respuesta subjetiva», y que cualquier intento para cuantificarla o medirla está abocado al fracaso. Por fortuna para nuestra especialidad y lo que es más importante- para nuestros pacientes, no todas las personas que han tratado de desenmarañar el puzle del dolor han hecho caso de este tan repetido mantra. La traducción médica del atlas diagnóstico del dolor ha sido realizada por traductores médicos profesionales.
Desde los descubrimientos científicos básicos de Tony Yaksh hasta la teoría de la compuerta de Wall y Melzack pasando por los bloqueos nerviosos diferenciales de Winnie, los especialistas han tratado de objetivar lo subjetivo. Aunque sus contribuciones, así como las contribuciones de otros muchos científicos de las ciencias básicas y clínicos, aumentan nuestro conocimiento acerca del dolor, en el momento de redactar estas palabras, todavía no disponemos de una prueba de valoración sencilla para objetivar y diagnosticar el dolor de nuestros pacientes.
Cada vez tenemos más presión en nuestra especialidad para objetivar nuestros planes de tratamiento y justificar por qué nuestras intervenciones, cada vez más caras, son mejores que el clásico tratamiento de «tómese dos aspirinas y métase en la cama» que se aplicaba en años anteriores. Recientemente, esta presión se ha puesto de manifiesto de dos formas. La primera es la exigencia casi universal de que los especialistas del dolor deben fundamentar sus tratamientos en la medicina basada en la evidencia. Como nosotros no tenemos forma de objetivar o de medir el dolor, incluso los defensores más fervientes de esta teoría deberían preguntarse cómo podemos conseguirlo. La segunda demanda para que «objetivemos» nuestra práctica se ha convertido en algoritmos de garantía de calidad que buscan puntos clave específicos en la anamnesis y en la exploración física para «asegurar la calidad». De la misma manera que el virus de la inmunodeficiencia humana se manifiesta por el síndrome clínico denominado SIDA, esta segunda llamada a objetivar se ha manifestado por sí misma como algo igual de letal para nuestra especialidad: la negación de la «necesidad médica». Utilizando aplicaciones informáticas diseñadas con el propósito expreso de rechazar la reclamación de prestaciones, los pagadores han utilizado la falta de datos «objetivos» para denegar el tratamiento a un paciente. Por fortuna, de la misma manera que el médico que trata a un paciente con SIDA dispone de un número cada vez mayor de agentes para luchar contra esta terrible enfermedad, el especialista del dolor dispone de las herramientas para luchar contra las negativas no justificadas de tratar a un paciente. La principal de ellas es la exploración física. Bajo el actual paradigma de «garantía de calidad» ningún hallazgo físico puede servir para apoyar una negativa de tratamiento por falta de «necesidad médica».
400 páginas de traducción médica del atlas diagnóstico del dolor.
Publicación propiedad de Elsevier.
Ver también: traducciones jurídicas